Lima es una ciudad donde en otoño-invierno nunca tienes la sensación de que el día comience. Solo sabes que en algún momento termina, porque oscurece. Una nube prolongada y engreída no deja de posarse diariamente y pareciera que estuviera ahí por siglos, como si hubiese encontrado su hogar rindiendo homenaje a los pies de la montaña andina.
Llegué a esta bella ciudad a finales del 2013 de paso. Mi estadía ha sido más bien silenciosa, sin muchas presentaciones en vivo a diferencia de Bolivia, donde viví 3 años y toqué mucho. Lo que se ha convertido en una circunstancia idónea para canalizar críticamente todo lo asociado al viaje, en tanto tópico universal, y a la condición de extranjero experimentada. Pero nada es tan casual. Me interesa esta
zona que históricamente está resentida por la guerra y los conflictos territoriales precisamente para romper con ciertos estigmas y generar un diálogo esta vez a partir de la música y la literatura. Tejer una red de trabajo y amistad con los músicos y poetas independientes de mi generación y realizar cambios de paradigma centrados en la creación colaborativa. Ejecutar obra en conjunto, porque si pensáramos que somos los únicos haciendo algo único estamos perdidos. La gracia y el fin, si es que hay un fin en el arte, es el diálogo, sino nos perdemos en un agujero sin tiempo ni espacio.
zona que históricamente está resentida por la guerra y los conflictos territoriales precisamente para romper con ciertos estigmas y generar un diálogo esta vez a partir de la música y la literatura. Tejer una red de trabajo y amistad con los músicos y poetas independientes de mi generación y realizar cambios de paradigma centrados en la creación colaborativa. Ejecutar obra en conjunto, porque si pensáramos que somos los únicos haciendo algo único estamos perdidos. La gracia y el fin, si es que hay un fin en el arte, es el diálogo, sino nos perdemos en un agujero sin tiempo ni espacio.
Pero es tiempo de volver a Chile por unos meses, y voy con mi estudio andante, a una casa en el campo, a registrar todo lo que he compuesto en estos 3 y medio años de autoexilio. Me voy dejando abiertas muchas puertas, pero me quedo con imágenes fuertes, momentos que no necesariamente se convertirán en canción, pero que quedan, en tanto fotografía, en la cabeza, en el cuerpo, como marcas vitales y que te van construyendo, reconstruyendo. Porque de eso se trata este transitar adoptado como postura de vida, del cruce, de la intersección con gente y sucesos que permitan trazar una línea alternativa a las rectas que vienen y devienen a su propio ritmo antes de dicho entrecruzamiento, se trata de tejer un tercer punto de vista. Es al fin y al cabo un dejarse llevar por el pulso vital de las circunstancias, un ejercicio pedagógico llevado al extremo. Es un grito de autonomía ante las formas clásicas de trabajo ligadas a sellos o estudios ¨profesionales¨. Es adoptar el autoaprendizaje y el trabajo colaborativo como formas de romper con las viejas maneras de desarrollarse en el mundo de arte, convirtiendo a esa red en la figura del productor y a ese músico, por ende, en un artista integral.
Muletas
Escondido estaba un hombre
ocultando su pierna faltante
afirmado en sus muletas
detrás de la heladera de la tienda
donde una señora temblorosa
callaba su espanto con muecas
mientras otro hombre con una pala al hombro
esperaba con su furia
descargar un golpe preciso y directo,
derrotante sobre su discapacidad
Las calles de Lima
Atrapado en un bus
que intentando zafarse de la trancadera limeña
inventa su propia ruta
en un camino
como una hoja blanca
y una línea
que va siendo recién trazada
El eco de una música distante
Escucho el eco de una música distante
que ameniza de algún modo la quietud de una noche solitaria
Ese resonar de risas y baile desenfrenado de gente
que intentando olvidar su cotidiano semanal
se emborracha hasta el vómito necesario
Una partida de cacho
A veces las decisiones en un viaje son como una partida de cacho, sin estrategia alguna, pero siempre esperando ganar, aunque finalmente pierdas, y no pases de ser solo la miserable ausencia de aquel que estuvo de paso. Y es que a ratos tus pies llegan tarde, y solo te queda la sensación de estar ante una inminente derrota bastante lejos de esa potencial victoria anhelada.
Pero, acto seguido, y como intentando aplacar esa sensación, comienzas raramente a saborear la dulzura de un camino andado, en que estando tanto tiempo a tientas, y a la espera y sensación de no llevarte nada, tienes por fin la certeza de que estás quedándote absolutamente con todo.
Me gusta la partida de cacho! Respecto al dialogo y la creación colaborativa, es un espejeo inevitable. Tu juego se ve y se anota maricón! Suerte en el campo. Abrazo!
ResponderEliminarClaro, concuerdo en que es un espejeo inevitable, pero a veces lo olvidamos producto del ego, sobre todo los músicos, o lo enredamos con el mero acto conveniente de sobrevivir en el medio. Aquí lo describo como el leit motiv de todo, al menos pa mí. Ya te voy enviando demos pa la opinión necesaria y vital. Abrazo mozuelo!
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