Ad portas de viajar a Talca (Chile) para grabar mi segundo disco, y de paso pasar por Iquique a tocar, me vino a la cabeza el recuerdo de aquella noche en que tuve que dormir en la estación de buses de Arequipa camino a Lima, ciudad donde radico hace casi un año.
El bus arribó a las dos de la madrugada. Venía dejando Bolivia después de haber vivido ahí 3 años. Di vueltas y vueltas decidiendo si me iba a un hostal o esperaba a que amaneciera dentro del recinto para continuar el periplo, pues no pude tomar un bus directo a Lima desde Puno debido a un paro de obreros en Juliaca (cercanías del lago Titicaca). La sonrisa de una muchacha que vendía en una de las tiendas del interior parecía la forma de olvidar el tiempo esperando a que amaneciera. Dejé mis bultos en una cafetería y pedí algo para tomar y comer, como para desprenderme al menos de una preocupación