miércoles, 30 de noviembre de 2016

Encanado en Valpo


Hoy al llegar a tocar a la cárcel de Valpo, arriba, bien arriba y lejos del mar, había una neblina densa cubriendo y mojando todo, como demostrándome en plena cara que allá hay otro mundo, un mundo paralelo. Entramos con la Jojo (Profe de artes del colegio que opera dentro), quién salió a recibirme, y nos fuimos a juntar con la Alejandra (Profe de literatura y organizadora del Festival de Arte Itinerante). Llegamos al patio 101 para iniciar la actividad y los internos nos recibieron con curiosidad, mientras algunos seguían con sus quehaceres. Por ejemplo, caminar en círculos para ejercitar las piernas y conversar en parejas. Una guitarra siempre llama la atención y muchos me preguntaban qué haríamos y yo solo respondía, haremos poesía y cantaremos para finalizar el año académico. 

Me senté a cantar y la mayoría escuchaba con atención y más de alguien movía la patita. Había aplausos y gritos de "gaviota, gaviota" en broma escondidos al terminar cada tema. Yo sonreía y seguía con otra. Luego vino el turno de los internos, quienes poco a poco fueron perdiendo la timidez y recitaron sus poemas ante el miedo de que posteriormente los marcaran con bromas eternas, mientras otros rapearon con gran destreza y fuerza. 

La jornada estuvo intensa en definitiva. Me hice amigo de muchos de ellos, conversamos sobre por qué estaban ahí y sus intereses musicales y literarios.

Sin embargo, tanto de ida como de vuelta se me vinieron mil reflexiones a la cabeza, sobre todo al ver las condiciones en las que están viviendo y conviviendo. 

¿Qué hacen ahí encerrados? Me pregunto ¿Es que tienen la necesidad de estar ahí? ¿No hay otras formas? Así como nos preguntamos quién les dio el derecho a ellos para hacer las cosas que han hecho para estar ahí, me cuestiono ¿Quién les da el derecho a algunos a encerrar a otros? 

No quiero centrar la reflexión en sobre si mataron a alguien o no, o si simplemente traficaron alguna droga "ilícita". Simplemente me di cuenta que hay seres humanos ahí dentro y que todos somos potencialmente eso que como sociedad decimos que es "terrible" como para merecernos estar encerrados en condiciones cuáticas. 

No somos tan diferentes entre esos "delincuentes" y nosotros. Seguimos teniendo las mismas inquietudes de relacionarnos y la curiosidad por hacer cosas nuevas. 

Cualquier discurso de la bondad de algunos y la maldad de otros me tiene cansadito. En la medida en que no asumamos que somos seres contradictorios nos seguiremos pisando la cola y autoengañándonos y apuntando con el dedo a los demás. No estoy justificando nada, pero nadie está libre de ser eso que como sociedad decimos que es merecedor de estar tras una celda. 

Al fin y al cabo no sé quién está más libre, ellos o nosotros, pues cada día miro a la gente en la calle y los veo encarcelados, presos y esclavos de sí mismos, autoimponiéndose metas insólitas que el mismo sistema capitalista les hace creer es la meta a seguir. 

Me vine con el pecho hinchado de calor humano pero triste a la vez. 

Y pal que me ha criticado que ir a tocar pa esos lugares no tiene sentido, pues solo me queda decirle: "nada".

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