Recuerdo que había regresado recién a Santiago después de 4 años de errancia por Sudamérica y lo primero que hice fue tocar en la primera versión de las Canciones Machacadas, evento organizado por la Ani Belmar y el Ciriaco Pescador, al que fui invitado cordialmente. Era el reencuentro con amigos de la música y familiares, con la Vilú, el Jacinto Turbio, con mi madre y hermanos. Esa noche colaboramos de manera espontánea en varias ocasiones entre varios de los que estábamos en las canciones de los otros. Fue una forma de decirnos que nos echábamos de menos y que nos sabíamos las canciones de todos, al menos así lo sentí personalmente. De hecho, esa frase “todos nos sabemos las canciones de todos” luego de lanzarla, como registro del momento, quedó grabada sin saberlo en uno de los dibujos que Pablo Carvajal hizo mientras transcurría el concierto.
De algún modo eso es parte del folclor, el modo de despojarse de la autoría de algo y que ese algo vuele y se resignifique libre en cada nueva reinterpretación. Alguna vez lo hablamos con Daniel Canto, por el 2011, de camino por Bilbao nocturno, en una de las visitas que hice a Santiago luego de estar residiendo en Bolivia, que ahí radica la importancia de ese concepto en nuestro trabajo y en un contexto citadino e individualista, el que una canción pierda la propiedad de ser cantada exclusivamente por quien la hizo en su pieza. Y lo hablábamos precisamente por la versión de “Especulum” de Doctor Pez que hicieran junto a DRPYP y de las versiones de algunos temas del Jorge Reinun y Pablo Lefio que por ese entonces yo andaba cantando. Que en tanto gesto resume por un lado la admiración hacia el par y por otro lado la necesidad de convertir en nuestro algo que finalmente es de todos. Y Violeta Parra en ese sentido lo entendía muy bien cuando canta en "Gracias a la vida" sus últimos versos “El canto de ustedes que es el mismo canto / El canto de todos que es mi propio canto”.
Todo este recuerdo me vino a la cabeza porque me puse a pensar en que en este transitar despojado de expectativas mediáticas, conociendo a gente de todos los rumbos, finalmente me he ido quedando con el cambio de paradigma que significa poder escucharnos sin síntomas de envidia. De entender finalmente que construimos más sintiendo y amando al otro como un aliado más que como una competencia.
Eso lo veo de manera muy clara, por ejemplo, en el trabajo que realiza el Jorge Zurita, amigo boliviano que ha radicado en Cuba y Colombia, cantando cuanta canción de colegas músicos latinoamericanos de nuestra misma generación se encuentra en el camino, no solo porque le gustan, sino porque es una manera de homenajear al par que tenemos cerca, de hacerlo sonar en otras latitudes, pero con otra voz, con otros modos, hacerlo emerger del aparente silencio en el que se encuentra.
Estoy muy feliz, porque más allá de las diferencias que a veces pueden ir surgiendo también, este sábado, por ejemplo, estaremos un grupo muy estrecho de amigos músicos, los mismos de ese reencuentro con Santiago, tocando en dos eventos de mucha calidad: una nueva versión de Canciones Machacadas y la fiesta Profondos de la Cooperativa Editores de la Furia. En esta última compartiendo con los nuevos socios de Errante. Y lo veo como una señal positiva, porque eso demuestra que estamos cada vez por más lados y al unísono cantando, machacando con nuestras canciones. Un canto como un coro que se va escuchando con más fuerza sobre Chile, sobre Bolivia, sobre Perú, sobre Ecuador, sobre Argentina, sobre Colombia. Somos muchos cantando una misma canción y muchas a la vez y sentir eso no tiene comparación.
Nada más me queda decir ¡Salud! colegas músicos de todas las latitudes. Nos seguiremos reencontrando en el camino, ya sea para cantar en la ladera de un río, sobre un escenario, en nuestros sueños, o en el salón de una casa de madera.
Por casualidad tienes el correo elecctrónico de Ani ? Me gustaría invitar a tocar a Absolutos a un evento.
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