Aclaración!
Cuando habemos músicos que no adherimos al discurso de los derechos de autor, no es por simple antojo. Tampoco es que no queramos vivir de lo que hacemos. El problema nunca ha sido la sostenibilidad económica.
El verdadero problema es que seres invisibles nos convencen de caminos a seguir con discursos que dicen que solo apropiándonos de algo por ley podremos proteger ese algo, esa capacidad de crear, o sea, "nuestra" música. Nos meten sin preguntarnos en un paradigma único y estandarizado sin salidas diciéndonos que si no inscribimos "nuestras" creaciones vendrá otro y lo hará primero, porque tenemos que vivir de esto. Como si vivir de esto fuera solo bajo esa lógica. Es como entrar obligados a jugar el juego que estos seres invisibles proponen. El juego del dueño y el ladrón, convenciéndonos sutilmente de que es antinatural crear influenciados por el entorno, el diálogo y el acervo cultural que arrastramos, porque eso es copia. Nosotros creamos en el vacío absoluto para ellos.
Cuando habemos músicos que no adherimos al discurso de los derechos de autor, no es por simple antojo. Tampoco es que no queramos vivir de lo que hacemos. El problema nunca ha sido la sostenibilidad económica.
El verdadero problema es que seres invisibles nos convencen de caminos a seguir con discursos que dicen que solo apropiándonos de algo por ley podremos proteger ese algo, esa capacidad de crear, o sea, "nuestra" música. Nos meten sin preguntarnos en un paradigma único y estandarizado sin salidas diciéndonos que si no inscribimos "nuestras" creaciones vendrá otro y lo hará primero, porque tenemos que vivir de esto. Como si vivir de esto fuera solo bajo esa lógica. Es como entrar obligados a jugar el juego que estos seres invisibles proponen. El juego del dueño y el ladrón, convenciéndonos sutilmente de que es antinatural crear influenciados por el entorno, el diálogo y el acervo cultural que arrastramos, porque eso es copia. Nosotros creamos en el vacío absoluto para ellos.